Powered By VIAJES MAGAZINE / Ramón Villeró

Londres, las cinco de la tarde. Entro en el templo de la coctelería, el bar Artesian, en The Langham y pido un Langham Martini. La atmósfera del lugar es elegante, clásica con un toque oriental. A esta hora el ambiente es tranquilo y relajado. Bebo despacio mi Langham Martini, mientras repaso la prensa del día. Una hora más tarde voy  andando hacia el centro por Regent Street y New Bond y  me entretengo en los escaparates de las tiendas.

Después tomo un taxi qua va a dejarme al del London Eye, la inmensa noria que se eleva frente al Big Ben. La estructura está compuesta por 32 cápsulas o cabinas con capacidad para 25 pasajeros cada una de ellas.  Desde sus cabinas las vistas son espectaculares. En dirección oeste se distingue Buckingam Palace, el Royal Albert Hall y Trafalgar Square. En dirección norte se ve la Torre BT y el Covent Garden. Hacia el este la Catedral de St. Paul, La Torre y el Puente de Londres y la Torre 42. Y finalmente  en dirección  sur se observa el Parlamento, el Big Ben y la Abadía de Westminster.

Cerca de la noria encontramos el Savoy Hotel y otro de los bares con más prestigio de la ciudad, el American Bar, que con más de 125 años de existencia es toda una institución para los amantes de la coctelería.
El American ocupa uno de los primeros lugares entre los 50 mejores bares del mundo. El hotel Savoy y sus dependencias son como un mundo aparte en el que sobrevive el Londres tradicional. Un lugar con solera donde apartarse del mundanal ruido y refugiarse en los sillones del American Bar.

Desde el Savoy podemos acercarnos hasta el área peatonal del Covent Garden y disfrutar de las pequeñas tiendas y el ambiente en la calle.

El British Museum es otro de los lugares de culto y de visita obligada. Las salas dedicadas a  África, Asia, Gran Bretaña, Egipto, Europa, Grecia, Japón, Oriente Próximo, Pacífico, Roma, así como otras colecciones y departamentos que incluyen el Antiguo Egipto, Sudan, monedas y medallas, antigüedades griegas, romanas, orientales y japonesas son algunos de los principales atractivos de un  museo en el que el visitante puede realizar un viaje prodigioso por la historia.  Para aderezar todo este inmenso contenido cuenta con la Queen Elizabeth II Great Court, una obra espectacular con la bóveda finalizada en triángulos de cristal. En medio de esa inmensa estructura se alza la Sala de Lectura (Reading Room) un edificio en forma circular construido en 1857. Un lugar fascinante desde donde despedir nuestro particular recorrido por la capital de Inglaterra.